domingo, 6 de mayo de 2018

COSAS QUE EL DIABLO NO PUEDE HACER


Introducción
A. Muchas veces le damos al diablo cualidades que en realidad no posee.
B. Sobre todo cuando queremos excusarnos por algún pecado. Pero muchas veces nosotros damos lugar al pecado y el diablo no tiene que esforzarse mucho.
C. Podemos vencerle porque, a pesar de lo que muchos creen, hay cosas que no puede hacer.

1. Estar en todo lugar al mismo tiempo
A. Cuando el diablo se presentó delante de Dios, dijo: “De rodear la tierra y andar por ella” (Job 1:7). Esto implica que tiene que recorrer toda la tierra para visitar todos los lugares.
B. Por esta razón necesita de sus ayudantes (Mateo 25:41).
C. Dios sí puede estar en todo lugar al mismo tiempo (Salmo 139:7-12; Proverbios 15:3; Hechos 17:27).

2. Leer los pensamientos 
A. Cuando el diablo tentó a Job, no pudo saber de qué forma reaccionaría porque no pudo leer su corazón (Job 1:10-11).
B. No hay evidencia en la Biblia que demuestre que el diablo pueda leer los pensamientos. Pero sí observa detenidamente nuestra conducta para conocer nuestras debilidades. Por eso, si guardamos ciertos pensamientos solo para nosotros, quizá el diablo no sabrá cómo tentarnos.
C. Dios sí puede leer la mente o el corazón (1 Samuel 16:7). Y esto es lo que debería preocuparnos (Hebreos 4:12-13).

3. No puede obligarnos a hacer cosas contra nuestra voluntad
A. El diablo no puede obligarnos a pecar, somos nosotros los que aceptamos su invitación (Santiago 1:13-15).
B. En el tiempo de Jesús se le permitió poseer cuerpos para controlarlos. Esto fue con el propósito de manifestar la gloria de Dios al expulsar el espíritu malo (Mateo 9:33). Hoy en día no puede hacerlo porque la venida de Jesús puso fin a los espíritus inmundos (Zacarías 13:1-6). En la actualidad su poder está limitado (Apocalipsis 20:2).
C. Dios, ¿puede obligarnos a hacer algo contra nuestra voluntad? Aunque podría, no lo hace porque nos da libre albedrío (Josué 24:15).

 Conclusión 
A. Hay otras cosas que el diablo no puede hacer.
B. Pero éstas tres nos ayudan a reconocer la capacidad que tenemos para combatirlo.
C. No somos conejos indefensos frente al león rugiente. Tenemos la armadura de Dios para luchar contra él.

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