(Marcos 8:22-26)
Introducción.
Cuando uno lee el relato del ciego de Betsaida, acuden a la mente una
serie de interrogantes acerca de las características de los milagros bíblicos.
Este es un milagro que, aparentemente, no cumple con ciertas cualidades:
1. No
fue instantáneo.
2. Al
principio, no fue una curación total.
3. Requirió
de un objeto, sustancia, para realizarse.
Sin embargo debemos leer este episodio pensando en responder a la
siguiente pregunta: ¿cuál fue el propósito de Jesús al realizar este milagro?
¿Qué quería enseñarnos?
La ceguera física era un simbolismo de la espiritual (Mateo 23:16): la
incapacidad de comprender las enseñanzas, parábolas y milagros; así que seríamos
ciegos si no respondemos al cuestionamiento que nos hemos planteado.
1.
Disposición.
“le rogaron que le tocase”
La gente quería que Jesús tocara y sanara al ciego. Pero a Jesús no le
importa lo que quieren los demás, a él le importa lo que usted quiere. El
enfermo necesita médico, perso solamente podrá aspirar a la cura si está
dispuesto a buscar ayuda (Santiago 5:14), si usted se encuentra desanimado,
enfermo, con problemas, su deber es buscar ayuda.
“escupiendo en sus ojos”
A veces Dios manda
la ayuda de formas que no comprendemos. Sucede lo mismo que ilustra la história
de un hombre que se quedó encerrado en medio de una inundación y rechazó en
tres ocasiones la ayuda, porque esperaba
que Dios lo salvara.
Dios utilizó diversos medios para salvar a sus santos hombres:
prostitutas (Josué 2:1-6), crueles reyes de la antigüedad (Daniel 5:30, 31),
cosas tan simples como una canasta (Hechos 9:23-25).
La disposición requiere humildad, ¿qué hubiera pasado si los santos
hombres de Dios se hubieran negado a aceptar la ayuda que Dios les envió?
Si el ciego no hubiera aceptado, humildemente, un gargajo del Señor
Jesús, untado en su rostro, nunca habría recobrado la vista.
2.
Perseverancia.
“preguntó si veía algo […] veo los
hombres como árboles”
El camino a la vida eterna está empedrado de pruebas (Santiago 1:2-5),
siguiendo por curvas quebradas cuyo desfiladero desciende hasta el infierno
(Hebreos 2:1-3) y donde las llanuras inhóspitas albergan los restos de
cristianos sin raíces (Mateo 13:20, 21).
No es posible, por su dificultad, alcanzar la vida eterna, los cambios
duraderos y la madurez espiritual, con un par de horas de reunión, unas cuantas
predicaciones o una temporada de fidelidad.
“puso otra vez las manos”
Los resultados no
siempre se logran con el primer intento, los judíos debían tenerlo claro (Mateo
24:13). Todas las cosas se logran con dedicación y perseverancia, la vida
espiritual exige esta cualidad.
Un cristiano que no está dispuesto a luchar, levantarse de las caídas y
volverlo a intentar, con mucha dificultad se salvará (Lucas 9:62).
3.
Paciencia.
Parte del continuo esfuerzo de la perseverancia se transforma en un
aprendizaje de la paciencia. Los cambios son el fruto de la paciencia.
Esta es una dificultad que se presenta con mucha claridad en la
psicoterapia. Hay fuerzas, llamadas resistencias, que se oponen al proceso
terapéutico.
Pero no es el único lugar donde se presentan, muchos cristianos se
resisten al poder del evangelio, son los que vuelven atrás (2 Timoteo 4:10).
El cristiano debe, pacientemente, perseverar para que el evangelio de
frutos en su vida (1 Pedro 1:6, 7).
“hizo que mirase; y fue
restablecido”
Sin duda habrán
cambios maravillosos, pero el camino a ellos puede tomar toda una vida de
entrega a Jesús (Apocalipsis 2:10).
4.
Cambios.
“no entres […] ni lo digas a
nadie”
Jesús, en otras ocasiones, no quiso que los enfermos pregonaran que
habían sido sanados. ¿Acaso no quiere que prediquen?
Quizá el anuncio de un ciego sanado sería recibido con incredulidad. Y
solamente aceptado después de una prueba. Sin embargo, al no decir nada, pero
mostrar, con su evidente conducta, que estaba sano tendría un efecto poderoso.
Pregonar nuestra fe pero no mostrarla con obras es una contradicción
(Tito 1:16) que trae blasfemias contra el nombre de Cristo (1 Pedro 3:16).
Nuestra actitud debe ser nuestra mejor predicación (1 Timoteo 3:7; 1 Pedro
3:1).
Conclusión.
En la vida secular, la elección vocacional es primordial en el
estudiante, de ella dependerá su aplicación, constancia, esfuerzo y futuro
trabajo. Lo mismo sucede en la vida del cristiano, nadie nos obliga a tener
estas cualidades, pero solo un ciego no vería la necesidad de tenerlas.
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