(Juan 14:5)
Es interesante cómo describen los apóstoles su experiencia con el Maestro. Cualquiera que haya convivido con una persona por un tiempo prolongado, seguramente, ha imitado su conducta y forma de vida. Especialmente los apóstoles. No cabe duda de que aprendieron muchas cosas de Jesús, pero a veces nos sorprende la ingenuidad con que la Biblia los presenta.
(v.9) Tanto tiempo habían estado juntos pero todavía habían lecciones que no lograban comprender en su totalidad.
Los discípulos, hasta el encuentro con Jesús, solamente conocían una ley bastante material. Por lo que Jesús tenía que usar muchas formas para describir la morada celestial.
La casa de mi Padre (v.2)
La palabra casa, en éste versículo, es el término griego oikia, que significa: residencia, mansión.
La otra palabra, morada, del griego mone, significa: un lugar donde estar, residencia o mansión.
Los judíos podían entender que la morada final de los siervos fieles del Señor, no era un lugar despreciable. Las residencias y mansiones estaban reservadas a judíos privilegiados y adinerados, pero la mansión de Dios tiene lugar para nosotros.
Vida eterna (6:47)
Los judíos sabían perfectamente que la muerte entró al mundo por causa del pecado. Así que todos los que hemos pecado estábamos destinados a muerte. Pero Jesús trajo consigo la vida eterna (Romanos 15:12-18).
La oferta de Jesucristo es que viviremos por siempre.
La nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:2)
La ciudad de Jerusalén era considerada santa, especial, porque ahí estaba el templo de Dios y en él moraba (Isaías 48:2).
La nueva Jerusalén es una ciudad que nadie se puede imaginar, no existe en esta dimensión terrenal, está fuera de los límites humanos (Apocalipsis 21:18, 23; 22:5).
El Señor Jesús no tenía que rogar y buscar más argumentos para convencer a la gente. Simplemente dijo "El que tiene oídos, oiga" (Mateo 11:5). ¿Quiere ser parte y tener un lugar en el Cielo? Ya sabe lo que tiene que hacer, la oferta superará sus expectativas.
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