"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" -Mateo 23:8-

domingo, 21 de diciembre de 2014

CRISTIANOS QUE MUTILAN A LA IGLESIA

(Gálatas 5:12)
En el primer siglo había cristianos que, enseñando como doctrina mandamientos de la ley, causaban divisiones y mutilaban progresivamente a la iglesia de Cristo. Pablo dijo de ellos: “ojalá se mutilasen”. Es un grave pecado mutilar, cortar, destruir a la iglesia. Pero hay cristianos que todavía lo hacen, cristianos cuya conducta traerá destrucción a la iglesia y grande perturbación entre la hermandad.
     Debería preocuparnos la condición de la iglesia, deberíamos comportarnos con total precaución y cuidado para no dañar el cuerpo de Cristo. ¿Qué clase de cristianos destruyen a la iglesia hoy en día? ¿Es usted un cristiano que acarrea condenación sobre los demás?

Los predicadores que enseñan el error.
El objetivo, de la carta de Pablo a las gálatas, era instruir y condenar el error, la falsa doctrina. Algunos cristianos obligaban a los gentiles a judaizar, es decir, a guardar las cosas de la ley judía (v.3; 1:13, 14). El mismo apóstol Pedro había caído en error, enseñando a los gentiles a vivir como judíos, acarreando condenación sobre la iglesia.
     Cualquier predicador que enseña el error, sobre cualquier cosa, provoca destrucción y condenación sobre sus hermanos. Por eso los varones deberían preocuparse por enseñar la verdad, por profundizar en la doctrina y enseñarla, de esa manera salvarán a los oyentes (1 Timoteo 4:16).

Los predicadores que no viven la verdad.
“engañarán, si es posible, aún a los escogidos” (Mateo 24:24). Pedro, apóstol de Jesucristo, fue engañado por el error, viviendo en hipocresía traía la destrucción de la iglesia. Por eso Pablo lo enfrentó y condenó su error (Gálatas 2:11).
     Los predicadores que se paran en el púlpito, deseosos de ser escuchados, de inflar su ego con agradecimientos y elogios, aquellos que anhelan estar frente a la congregación, pero que no viven la verdad, son maestros de la destrucción y guías infernales, cuyos pies siguen la senda del error. Tú que deseas enseñar a otros, ¿vives tu enseñanza? (Romanos 2:21.24). Destructores son. La iglesia acabará en ruina, los cristianos que los oyen estarán lamentándose en lago infernal.

Los cristianos que no disciplinan a sus hijos.
Los padres que, debiendo hacerse cargo de la disciplina de sus hijos (Efesios 6:4), no lo hacen; son destructores de la iglesia. Su responsabilidad como padre, como madre, es instruir, educar, enseñar a su hijo la disciplina y amonestación del Señor. Es usted el responsable de la salvación o perdición del alma de su hijo. Al no enseñarle a respetar y amar a Dios, sobre todas las cosas, le está enseñando a pecar y violar la ley de Dios.
     Corrija a su hijo, un par de azotes hirientes darán vida (Proverbios 23:13; 20:30). La corrección oportuna será la salvación de su hijo, quien crecerá creyendo y temiendo al Señor, y servirá en la iglesia fielmente. Pero si no lo instruye, su hijo se apartará y no habrá cristianos fervorosos y la iglesia vendrá a destrucción a causa de su irresponsabilidad.

Los cristianos que no conservan su matrimonio.
El mandamiento de Cristo es claro: “la mujer no se separe del marido” (1 Corintios 7:10). Aquellos cristianos adúlteros, los que se divorcian por cualquier causa, los que viven juntos pero separados, los que no trabajan en su matrimonio, traen destrucción sobre la iglesia.
     Sus malos ejemplos serán imitados, sus hijos sufrirán su mal testimonio. Usted puede acarrear destrucción sobre la iglesia.

Los cristianos que murmuran de los predicadores.
Pablo enfrentó públicamente a Pedro. Porque sabía de antemano que la murmuración destruye a la hermandad (Gálatas 5:15; 1 Pedro 4:9; Filipenses 2:14). La murmuración genera desconfianza de los que predican, las lecciones pierden su efecto porque alguien anda haciendo obra personal de desprestigio.
     Estos hermanos que, llorando y gimoteando sus inconformidades y desacuerdos, condenando la vida de otros porque la suya está podrida y no tienen nada bueno que decir, traerán destrucción y muerte.


Todos aquellos que, de alguna u otra manera, van minando el bienestar de la iglesia, siendo cristianos desobedientes y rebeldes, darán cuenta de ello (Hebreos 13:17).
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