(Lucas 1:1-4; Hechos 1:1)
En la Biblia podemos encontrar una gran riqueza de lecciones y
mensajes que alimentan nuestra alma. Una forma de excavar y rescatar los
tesoros escondidos es a través de los personajes bíblicos.
Se cree que existen
alrededor de 2,930 personajes de los cuales, con dificultad, podríamos
mencionar una veintena.
Entre los hombres y
mujeres, mencionados en la Escritura, vamos a escoger a uno que, por el poco
conocimiento que tenemos de él, puede ser un interesantísimo objeto de
investigación y una enseñanza para la vida espiritual.
Hablamos de Teófilo.
¿Quién era? Es un
misterio aún para los eruditos en Historia bíblica y secular. No se ha podido
vincular a ningún personaje histórico; aunque eso no significa que no haya
existido, como algunos sugieren, quizá nadie escribió de nada de él. Y eso ya
es una buena noticia.Debido al vacío histórico, acerca de Teófilo, hay quienes
han planteado la posibilidad de que no se refiere a una persona en particular.
Sino que, en el lenguaje literario de Lucas, podría hacer referencia a un
arquetipo espiritual que incluye, como el significado de su nombre lo indica (Teos= Dios, Filos= amigo, amante, alguien que ama), a todos los creyentes que
aman a Dios. Sin embargo parece poco probable que esa teoría sea cierta. Sobre
todo porque la Escritura nos permite inferir algunas cualidades y rasgos de
personalidad de Teófilo.
Vayamos pues a usar
nuestro intelecto al razonamiento de la Escritura, para conocer un poco más de
éste personaje y, de paso, edificarnos para la vida espiritual.
Era un oficial romano.
Todos los comentaristas, de los libros escritos por Lucas,
resaltan la belleza literaria y el lenguaje educado, culto y refinado del autor.
Ésta aseveración pone un sólido fundamento en la existencia real de Teófilo, y
no solamente eso, sino que abre paso a otra conclusión lógica.
Lucas se refiere a él
con el título: “oh excelentísimo
Teófilo”. Mención honorífica designada a la gente con un puesto oficial en
el gobierno romano, obsérvese el uso de éste título en boca del apóstol Pablo:
para referirse a Félix (Hechos 24:3)
y a Festo (Hechos 26:25), ambos
hombres prominentes en la política romana. Esta forma era usual entre los
oficiales romanos (Hechos 23:26). Es
similar a la otra frase: “Su Excelencia”. Para referirse a los reyes.
Por lo tanto, no
deberíamos pensar que Lucas habla de una figura literaria, como si se tratase de
un arquetipo espiritual, sino de un individuo destacado en el gobierno y la
política romana. Es probable que, siguiendo esta línea de pensamiento, Teófilo
haya sido un individuo económicamente próspero, como corresponde a alguien que
pertenece a un alto estatus social.
¿Cómo se conocieron
Lucas y Teófilo? La relación entre ellos parece evolucionar de la distancia de
clases a la amistad. En la segunda entrega de su documental, Lucas omite el
título y le llama, simple y llanamente: Teófilo. Como tratándose de alguien
cercano en afecto, alguien que ha pasado a formar parte de una relación más
íntima.
Algunos creen que
Lucas fue esclavo de Teófilo. En aquel tiempo la esclavitud era muy común y
algunos patrones enviaban a sus sirvientes a aprender oficios, como la
medicina. Pero esto parece inconsecuente y, cualquiera que haya reflexionado en
la biografía de Lucas, desechará inmediatamente tal suposición.
Quizá el encuentro
entre estos personajes sea una cuestión que no podemos resolver con exactitud,
pero nos señala la dirección hacia otro pensamiento.
Era un estudiante
diligente.
Podemos leer en el texto la siguiente frase: “las cosas en las cuales has sido instruido”.
Esto es una ventana que muestra un panorama más amplio acerca de Teófilo. ¿En
qué circunstancia conoció a Lucas? ¿Qué los relacionaba? Hay dos hipótesis:
1. Teófilo, un
incrédulo que patrocinó a Lucas. Algunos eruditos dicen que las expresiones,
con que Lucas se refiere a Teófilo, indican que vino al cristianismo después de
haber leído el primer tratado. Quizá pagó los gastos necesarios para que Lucas
pudiera dedicar su tiempo, esfuerzo y capacidad para realizar una detallada
labor periodística.
2. Teófilo, un
cristiano interesado en la divulgación del evangelio.
Me parece más lógica
ésta segunda postura. Observemos cuidadosamente las palabras exactas, dentro
del amplio bagaje cultural, que Lucas escogió para escribir.
“me ha parecido también a
mí […] escribírtelas por orden”. Es decir, de manera detallada,
sistemática, consecuente. Esta palabra (orden) se puede leer en otros relatos de
Lucas (Hechos 11:4; 18:23). Donde el
uso de la palabra orden refleja un discurso detallado y consecuente. Esto nos
muestra un rasgo de personalidad, atribuible tanto al autor como a Teófilo: el
orden, control, meticulosidad, escrutinio, pulcritud, dedicación, limpieza,
perfección, cuidado, etcétera.
“cosas en las cuales has
sido instruido”. Es decir, no era un ignorante, incluso podemos pensar que
tampoco era incrédulo. Leyendo el pasaje con un poco de distancia y sentido
común (aunque es el menos común de los sentidos) podemos ver que Lucas le habla
como un maestro a su discípulo. La palabra instruido es una palabra griega (katecheo), kata y echeo (de donde
viene la palabra eco): significa ensordecer, instruir oralmente, de ahí la
palabra catequista (que da enseñanza) y catecúmeno (el que la recibe). Pero
note la estructura de lenguaje, muy particular en Lucas, que usa para describir
a otra persona: Apolos. “este había sido
instruido” (Hechos 18:24). Si
Lucas describió a ambos personajes de la misma manera, podemos pensar que
poseían las mismas características.
Teófilo era un
estudiante dedicado, dispuesto a invertir, no sólo su tiempo y esfuerzo, dinero
al estudio ordenado de la escritura (si es que patrocinó a Lucas).
Pero, ¿deseaba los tratados
para su uso privado? ¿Lucas escribió como un encargo personal? ¿Había otro
propósito? Esto nos lleva a conocer otro posible aspecto de Teófilo.
Era un predicador
confiable.
No podemos afirmar un montón de cosas. Hemos estado usando la
lógica para conocer algunos aspectos de Teófilo, así que pongamos en duda algo
que hemos dado por cierto anteriormente: que Teófilo contrató los servicios de
Lucas.
Eso no significa que
los argumentos anteriores queden derrumbados, pues es la interpretación de las
Escrituras lo que nos permite afirmar que Teófilo era un estudiante diligente.
Ahora bien, ¿cuál era el objetivo de Lucas al escribir sus obras?
“para que conozcas bien la
verdad de las cosas”. La Biblia de Las Américas traduce con mayor
precisión: “para que sepas la verdad
precisa acerca de las cosas”. El principal objetivo del autor, y de
cualquiera en el Nuevo Testamento, era revelar la verdad con la mayor exactitud
posible.
¿Era una verdad
exclusiva para Teófilo? No debemos pensar así, pues aparece otra posibilidad
frente a nosotros.
En aquel tiempo no
era fácil distribuir copias a toda la gente, recuérdese que la imprenta fue
inventada hasta el año 1440. Por lo que era de esperar que Lucas dedique sus
obras a una persona en particular, es decir, no esperaba que otros tuvieran
acceso directo a su manuscrito.
Pero Lucas no eligió
a cualquier persona para confiarle un valiosísimo material. ¿Cuál iba a ser la
función de Teófilo? ¿Distribuir copias? ¿Tener en el librero los manuscritos?
Quizá ninguna.
Encontramos un indicio de la intención oculta, a nosotros, en Marcos 13:14: “el que lee, entienda”. Es decir, alguien que tiene la
responsabilidad de leer. Como no era fácil conseguir ejemplares escritos de los
libros de la Biblia, usualmente se designaba a una persona como encargada de
guardar, leer, explicar y volver a guardar los libros (Lucas 4:16-20). Es probable que ese iba a ser el papel de Teófilo.
Siguiendo la comparación entre Teófilo y Apolos, podemos pensar que si
compartían una cualidad, ¿por qué no se parecerían en lo demás? Apolos era
alguien poderoso en la Escritura, confiable, elocuente y capaz de enseñar con
exactitud la palabra de Dios (Hechos
18:24, 25 LBLA).
Seguramente Lucas
entregó, confiadamente, su manuscrito a un hombre preparado, cristiano y
predicador; capaz de transmitir con claridad el mensaje del evangelio.
Y vemos que no se
equivocó. Pues esas obras se conservaron y divulgaron hasta nuestros días.
Teófilo hizo un excelentísimo trabajo. ¿Qué sería del Nuevo Testamento sin
Lucas y Hechos?
Quisiera Dios que más hombres, como Teófilo, se levantaran para
estudiar, conservar y divulgar la sana doctrina. Éste artículo no trae
lecciones prácticas, le toca a usted extraerlas. ¿Es usted como Teófilo? ¿Es
usted amigo o alguien que ama a Dios? ¿Está contribuyendo a la obra? ¿Cuál es
su función en la viña del Señor?
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