"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" -Mateo 23:8-

domingo, 10 de agosto de 2014

IMITANDO AL ASNA DE BALAAM

UNA LECCIÓN PARA PREDICADORES
(Números 22:20-34)
Esta historia, como cualquier otra en la Biblia, tiene muchos matices que podemos observar y aprender. Es importante que pongamos atención a las cosas que Dios quiere enseñarnos a través de lo que hace. ¿Qué quería enseñarnos al reprender a uno de Sus profetas a través de una asna?
     Balaam seguía un camino perverso (Apocalipsis 2:14; Judas 1:11; 2 Pedro 2:15). Y muchos predicadores han seguido sus pasos y han cometido los mismos errores que él cometió. Volviéndose perversos y avaros, falsos y mentirosos, llevando a la perdición a muchos otros que les siguen.
     Todos aquellos, especialmente los que predican, deben imitar a la asna de Balaam. Su enseñanza detuvo al loco profeta, salvándole de la muerte. Así, nuestras predicaciones deben servir a muchos que van por el camino extraviado.
     Al principio, la actitud del profeta era buena (v.11-13):
     1. Consultó a Dios.
     2. Prometió hablar solamente lo que Dios le dijera.
     Sin embargo notamos algunas cosas extrañas en él (v.13-20):
     1. No dijo todo lo que Dios le había dicho.
     2. Dijo su versión de la Palabra de Dios.
     3. Volvió a consultar a Dios, esperando que Él cambiara.
     4. Se dejó seducir por las riquezas materiales.
     Su falsa doctrina consistían en:
     1. Comer cosas sacrificadas a ídolos (Apocalipsis 2:14).
     2. Cometer fornicación.
     3. Cobrar para predicar el error (Judas 1:11; 2 Pedro 2:15).

No seguir el error.
La asna de Balaam se opuso e hizo todo lo posible para apartarse del camino errado de su señor (v.22-27). El profeta de Dios era famoso por el efecto de sus predicaciones (v.6): “el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito”. Sus predicaciones eran poderosas y la gente solía hacer lo que él decía, aunque fuera incorrecto y los llevara al pecado (Números 31:16).
     Si leemos detenidamente, el relato de Números 22, nos encontraremos con que Balaam no iba sólo; los príncipes iban con él (v.21). Muchos, y muy importantes, hombres le seguían por el camino del error.
     Pobre Balaam, siguió el error y se pervirtió. Pero la bestia de carga no. La asna de Balaam se detuvo a sus pies, se rehusó seguir por el mal camino. Sin duda esa debe ser nuestra actitud, pero hay muchos cristianos, así como hubo en el primer siglo, que se han apartado de la verdad y siguen la falsa doctrina (Gálatas 1:6-9).
     Nosotros, al escuchar a un predicador, debemos corroborar con las Escrituras la veracidad de las enseñanzas (Hechos 17:11).

Reprender el error.
Balaam no tenía intenciones de reprender a los mensajeros de Balac. Y debió de haberlo hecho, porque Jehová le dijo que no podía maldecir a un pueblo que Él había bendecido (v.12). Pero no lo hizo, se excusó ante los príncipes diciendo que Dios no le había permitido ir (v.13). Como si el rechazo no tuviera sentido ni razón de ser. En su respuesta no dijo todo el consejo de Dios.
     Balaam se parece un adolescente haciendo rabieta porque sus padres no le dan permiso de salir a altas horas de la noche, diciéndole a sus amigos, no me quieren dejar ir. Pero el motivo por el cual Balaam no podía ir, era porque la petición de Balac estaba en contra de la voluntad de Dios.
     Y la asna lo sabía. Reprendió al profeta (v.28.30):
     1. Le recordó cómo se debe servir a un señor.
     2. Le enseñó con el ejemplo. Deteniéndose.
     3. Refrenó su locura (2 Pedro 2:16).
     Nosotros debemos reprender el error, señalarlo y poner en evidencia a los mentirosos y falsos predicadores que hacen comercio con sus doctrinas equivocadas (Apocalipsis 2:2; 2 Pedro 2:1-3). Algunos dicen que el evangelio no es para contender, pero Dios nos manda, no solamente contender, sino contender ardientemente por el evangelio que ha sido revelado (Judas 1:3). Nosotros debemos predicar todo el consejo de Dios (Hechos 20:27). Aunque eso implique condenar el error.

Detener a otros que siguen el error.
Balaam estaba dispuesto a llevarse, entre las patas como dice el dicho, a dos pueblos enteros: al pueblo de Moab y a Israel. Él debió haber enseñado a Balac. Pero en varias ocasiones consultó a Dios esperando que cambiara de parecer. Como si dijera: “Señor, haz a un lado tu voluntad y cumple la mía”.
     Muchos oran así, pidiendo a Dios que les conceda lo que ellos quieren. Y muchos predicadores engañan a la gente, enseñan doctrinas equivocadas y siguen su propia voluntad (2 Timoteo 3:1-6).
     Hombres que aman la gloria de los demás, que tienen el ego hinchado, desean ser alabados por los hombres y vivir en comodidad. Pero nuestro deber es detenerlos. Si la asna de Balaam no se hubiera detenido, ciertamente, él y los príncipes hubieran muerto a espada por mano del ángel de Jehová (v.32, 33).
     Lamentablemente, ahora como un infante que no ha aprendido límites, se le olvidó la reprensión de la burra. Aconsejó mal a los judíos y los expuso a la muerte (Números 31:16). Los condujo por el camino errado. El cristiano debe hacer todo lo posible para evitar que otros caminen por el error.

     El relato de Balaam y la asna es un ejemplo de cosas que debemos hacer y cosas que debemos evitar. Todo predicador debe hablar lo que está de acuerdo con la palabra de Dios y debe poner de lado sus opiniones e intereses personales.

     Debemos ponernos del lado de la verdad y no poner la verdad de nuestro lado. 
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