"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" -Mateo 23:8-

domingo, 1 de febrero de 2015

ALGUIEN ESTÁ A MI PUERTA

 (Apc.3.20) -14 ago. 08-
Introducción.
  A. Es muy bonita la expresión de Cristo para los cristianos en Laodicea, y sin duda es Señor esperaba animarlos para salvación.
  B. Aunque esas palabras fueron específicas para aquellos hermanos, nosotros también podemos aprender.

I.- Uno que tiene interés.
  A. Quién es aquel que llama a una puerta sin tener ningún interés. Cristo está interesado en nosotros, Dios se preocupa por su creación (1Tim.2.4).
  B. Está dispuesto a esperar. Dios nos llama, una y otra vez, con tanta paciencia (2Ped.3.9). Esperando a ser escuchado, dispuesto a esperar.
  C. Cristo nos ha demostrado que ama a sus hijos, les llama, les invita, Cristo está llamando con voz de amonestación, de exhortación, de esperanza, porque nos ama (Apc.3.19). Como los padres cuando advierten a sus hijos del peligro.

II.- Uno que puede aliviarnos.
  A. Los cristianos en Laodicea estaban heridos, estaban ciegos, la vanidad y el pecado los había corrompido, y Cristo en su gran amor los llama, porque puede salvarlos. El llamado de Dios es útil.
  B. Cristo nos invita a buscar el alivio (Mt.11.28). Nos promete descanso, tranquilidad, quitarnos la carga del pecado (Hb.12.1).
  C. La solución que Cristo nos ofrece es pacífica y prometedora (Isa.1.18). Nada en el mundo puede ayudarnos de la manera en Dios lo hace.

III.- Uno que debemos aceptar.
  A. Abrir o cerrar la puerta es opcional, pero lo que debemos hacer, es abrir las puertas a Cristo. Abramos la entrada del corazón a él, nos interesa, nos conviene.
  B. No cierre su corazón (Hb.3.13). No se deje engañar por el maligno. Si Dios nos promete ayuda y bendición, no debemos querer que se vaya.
  C. El Señor se irá si no le aceptamos (Isa.55.6). Hoy está cerca de los que le invocan, de los que le buscan, de quienes anhelan recibirlo (Sal.145.18). Que no se vaya, porque no será bueno (Hb.12.25).

Conclusión.
  A. Quien le visita en casa con buenas intenciones, es alguien bien recibido. Pero quien le visita en su corazón para ayudarle debe ocuparlo todo.
  B. Dios ahora nos está buscando, y nosotros ¿lo estamos buscando?
  C. Deje que Cristo penetre en su corazón y que le de la paz y confianza, y esa comunión que nos ha prometido, deje que Cristo entre y cene con usted.

“Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen”. [Blaise Pascal].
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