(Eze.24.15-24)
-27 sep. 09-
Introducción.
A. Una fuerte profecía la que venía Ezequiel
a anunciar. La muerte repentina de su esposa, el rostro sin señal de dolor, la
austeridad de su actitud fría hacia la muerte de ella, sería una señal confusa
y conmovedora a todo el pueblo.
B. Anuncio de un castigo de Dios, profecía de
un sufrimiento a causa del pecado, dolor tan grande a nivel nacional que sólo
un profeta viudo podría predicar.
I.-
Porque es un castigo justo.
A. Dios no castiga sin una razón válida. Y el pueblo había amontonado razones a Dios
para que fuese castigado (v.13, 14, 23).
Tanta rebeldía, tanto pecado, la resistencia a la corrección, la vanidad mental
que llenaba a cada judío pomposo por un templo que sería profanado por el mismo
Dios.
B. Dios es amor, y también es
justicia, da bendición a los fieles, ama a la humanidad entera por el simple
hecho de ser obra suya, pero traerá castigo a los impíos y pecadores
(Sal.7.11). El hombre no sabe suministrar justicia, se premia a lo malo y se
castiga lo bueno. Pero Dios es Juez Justo. No
había razón para llorar y lamentar si el castigo era justo.
II.- Porque se acabaron las
fuerzas.
A. El castigo de Dios es grande.
Es arrasador. Si bien, no siempre termina con la vida física del pecador, sí lo
deja en una condición tan miserable que “ya ni llorar es bueno” (v.21-24). Para
qué llorar cuando ya no queda ni un rastro de aquello que pueda mover este
sentimiento.
B. En el castigo de Dios el
pueblo judío iba a perder su mayor orgullo, su templo (v.21). Dios resiste a
los soberbios, le quita al orgulloso su fuerza, su poder y lo deja en la
miseria, aquella de la que se mofaba en su grandeza (Dan.4.33). El deleite de
sus ojos y la pasión de sus almas. Y al igual que Ezequiel, perderían a las
personas que más amaban. Nadie quiere enfrentarse al castigo de Dios
(Hb.10.31). El castigo es tan grave que ni
aún quedan fuerzas para lamentar.
III.- Porque no es el final.
A. Es verdad que el castigo de
Dios sería grande para el pueblo rebelde, morirían muchos, serían asolados,
destruidos, esclavizados. Sin embargo, en lugar de usar las últimas fuerzas
para llorar, debían reafirmar sus pasos.
B. La esperanza es para los
vivos. Mientras el pueblo tuviera vida, el castigo de Dios anunciaba una
esperanza, la oportunidad de corregir las sendas torcidas (Hb.12.5-7). El
momento más vil y más vergonzoso de la vida del hombre no es el fin, sino el
comienzo para su propio aprendizaje, el caído debe levantarse y seguir la senda
(Jer.8.4). En lugar de llorar, el pueblo
debía mejorar.
Conclusión.
A. Qué enseñanza tan grande la
que Ezequiel tenía a su cargo, la muerte de su esposa y su actitud tan fría y
cruel tenían una lección para el pueblo.
B. Cada desgracia en la vida
tiene una lección para nosotros, puede ser un anuncio de peligro, una
amonestación a la fidelidad, una oportunidad a la santidad.
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