"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" -Mateo 23:8-

domingo, 29 de marzo de 2015

NO LLORES

(Eze.24.15-24) -27 sep. 09-
Introducción.
  A. Una fuerte profecía la que venía Ezequiel a anunciar. La muerte repentina de su esposa, el rostro sin señal de dolor, la austeridad de su actitud fría hacia la muerte de ella, sería una señal confusa y conmovedora a todo el pueblo.
  B. Anuncio de un castigo de Dios, profecía de un sufrimiento a causa del pecado, dolor tan grande a nivel nacional que sólo un profeta viudo podría predicar.

I.- Porque es un castigo justo.
  A. Dios no castiga sin una razón válida. Y el pueblo había amontonado razones a Dios para que  fuese castigado (v.13, 14, 23). Tanta rebeldía, tanto pecado, la resistencia a la corrección, la vanidad mental que llenaba a cada judío pomposo por un templo que sería profanado por el mismo Dios.
  B. Dios es amor, y también es justicia, da bendición a los fieles, ama a la humanidad entera por el simple hecho de ser obra suya, pero traerá castigo a los impíos y pecadores (Sal.7.11). El hombre no sabe suministrar justicia, se premia a lo malo y se castiga lo bueno. Pero Dios es Juez Justo. No había razón para llorar y lamentar si el castigo era justo.

II.- Porque se acabaron las fuerzas.
  A. El castigo de Dios es grande. Es arrasador. Si bien, no siempre termina con la vida física del pecador, sí lo deja en una condición tan miserable que “ya ni llorar es bueno” (v.21-24). Para qué llorar cuando ya no queda ni un rastro de aquello que pueda mover este sentimiento.
  B. En el castigo de Dios el pueblo judío iba a perder su mayor orgullo, su templo (v.21). Dios resiste a los soberbios, le quita al orgulloso su fuerza, su poder y lo deja en la miseria, aquella de la que se mofaba en su grandeza (Dan.4.33). El deleite de sus ojos y la pasión de sus almas. Y al igual que Ezequiel, perderían a las personas que más amaban. Nadie quiere enfrentarse al castigo de Dios (Hb.10.31). El castigo es tan grave que ni aún quedan fuerzas para lamentar.

III.- Porque no es el final.
  A. Es verdad que el castigo de Dios sería grande para el pueblo rebelde, morirían muchos, serían asolados, destruidos, esclavizados. Sin embargo, en lugar de usar las últimas fuerzas para llorar, debían reafirmar sus pasos.
  B. La esperanza es para los vivos. Mientras el pueblo tuviera vida, el castigo de Dios anunciaba una esperanza, la oportunidad de corregir las sendas torcidas (Hb.12.5-7). El momento más vil y más vergonzoso de la vida del hombre no es el fin, sino el comienzo para su propio aprendizaje, el caído debe levantarse y seguir la senda (Jer.8.4). En lugar de llorar, el pueblo debía mejorar.

Conclusión.
  A. Qué enseñanza tan grande la que Ezequiel tenía a su cargo, la muerte de su esposa y su actitud tan fría y cruel tenían una lección para el pueblo.

  B. Cada desgracia en la vida tiene una lección para nosotros, puede ser un anuncio de peligro, una amonestación a la fidelidad, una oportunidad a la santidad.
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