"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" -Mateo 23:8-

domingo, 27 de noviembre de 2016

EL DESAMPARO


“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Palabras de Jesús en la cruz
Mateo 27:46


¿Por qué se transliteraron las palabras arameas al griego y luego al español? ¿Qué hay en ellas que no se podían traducir sin que perdieran su sentido original? Las palabras de Jesús nos conmueven tanto que a veces tratamos de minimizar el sentimiento que expresó. Algunos explican que Jesús dijo esto porque estaba “en los días de su carne”[1]. Pero la mayoría de los comentaristas olvidan enfatizar lo que sintió. Él vio de frente el rostro del desamparo y se dirigió “al que le podía librar de la muerte”. El rey David también exclamó esta frase cuando se encontró con su propio desamparo[2]. Pero no es un reclamo sino una súplica, el reconocimiento de su condición[3]. Pero ¿qué experiencias los llevaron a sentirse desamparados?
El dolor de la soledad lo llevó al desamparo. Lama es una pregunta que debe traducirse ¿para qué?[4] El propósito del desamparo de Jesús era dejarlo sólo frente a su dolor. Era necesario que sufriera la muerte de cruz[5] para redimir los pecados de todo el mundo[6]. Estaba solo en su dolor porque nadie más podía tomar su lugar. Solo desde el dolor de la soledad podía elevarse al sumo sacerdocio[7]. Por lo tanto, nadie puede decir que Cristo fue santo porque el Padre siempre estuvo él.
La ausencia de Dios le llevó desamparo. Cristo vivió el desamparo en el momento en que Dios lo dejó morir sólo en la cruz. Sabactani se remonta al abandono[8]. No recibió del Padre, ni aceptó de ninguna otra persona, un analgésico que aliviara su dolor[9]. A pesar de ser el “Hijo amado” los pecados de la humanidad lo pusieron en esa cruz alejándolo de Dios[10].
Su desamparo fue provocado por “traicionarse” a sí mismo. Tuvo que dejar de lado su propia naturaleza para morir. En la tierra era Dios[11]. Y Dios no puede morir. Por lo tanto, tuvo que negarse a sí mismo para cumplir con la voluntad de Dios.
¿Cuántas veces nos hemos enfrentado al desamparo? Todas las veces que nos sentimos solos sin nadie que nos comprenda. Cuando sabemos que Dios está lejos de nosotros porque vivimos en pecado. Quizá nos sentimos desamparados cuando nos traicionamos al practicar aquello que prometimos no volver a hacer. Piense en su soledad, en su sufrimiento, en su dolor, en su pecado. Traiga a su memoria todas las veces que Satanás lo ha derrotado, todas las veces que Dios le ha dado la espalda. Acuérdese de todo el daño que usted ha causado, de todo el daño que Dios ha permitido que usted sufra. Acérquese a su desamparo.
Sólo desde ahí podrá dar un paso a la reconciliación con Dios. Enfrente su desamparo cada día para estar más cerca de Dios. Reconozca que sin él no puede existir. Venga hoy a ponerse en paz con él. Búsquelo mientras todavía tiene oportunidad.




[1] Hebreos 5:7.
[2] Salmo 22:1.
[3] “Mas yo soy gusano, y no hombre; Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.” (Salmo 22:6).
[4] De acuerdo a Adam Clarke así como se traduce y se interpreta en otros pasajes (Génesis 25:32; 32:29; Job 9:26).
[5] Filipenses 2:6-8.
[6] Hebreos 9:15 Un mejor pacto requería un mejor sacrificio (v. 23).
[7] Hebreos 4:15.
[8] Génesis 39:6; Jeremías 49:11.
[9] Mateo 27:34 Esta mezcla se daba a los condenados para ayudarles a aliviar su sufrimiento por medio de perturbar el intelecto de manera que perdieran la sensibilidad.
[10] 1 Pedro 2:24.
[11] Colosenses 2:9.
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