“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Palabras de Jesús en la cruz
Mateo 27:46
¿Por qué se transliteraron las
palabras arameas al griego y luego al español?
¿Qué hay en ellas que no se podían
traducir sin que perdieran su sentido original? Las palabras de Jesús nos conmueven tanto que a veces tratamos de minimizar
el sentimiento que expresó. Algunos explican que Jesús dijo esto porque estaba “en los días de su carne”[1].
Pero la mayoría de los comentaristas olvidan enfatizar lo que sintió. Él vio de
frente el rostro del desamparo y se dirigió “al que le podía librar de la
muerte”. El rey David también exclamó esta frase cuando se encontró con su
propio desamparo[2]. Pero
no es un reclamo sino una súplica, el reconocimiento de su condición[3].
Pero ¿qué experiencias los llevaron a sentirse desamparados?
El dolor de la soledad lo llevó al desamparo. Lama es una pregunta que debe traducirse ¿para qué?[4]
El propósito del desamparo de Jesús era dejarlo sólo frente a su dolor. Era
necesario que sufriera la muerte de cruz[5]
para redimir los pecados de todo el mundo[6].
Estaba solo en su dolor porque nadie más podía tomar su lugar. Solo desde el
dolor de la soledad podía elevarse al sumo sacerdocio[7].
Por lo tanto, nadie puede decir que Cristo fue santo porque el Padre siempre
estuvo él.
La ausencia de Dios le llevó desamparo. Cristo vivió el desamparo en el
momento en que Dios lo dejó morir sólo en la cruz. Sabactani se remonta al abandono[8].
No recibió del Padre, ni aceptó de ninguna otra persona, un analgésico que
aliviara su dolor[9]. A
pesar de ser el “Hijo amado” los pecados de la humanidad lo pusieron en esa
cruz alejándolo de Dios[10].
Su desamparo fue provocado por “traicionarse” a sí mismo. Tuvo que dejar de
lado su propia naturaleza para morir. En la tierra era Dios[11].
Y Dios no puede morir. Por lo tanto, tuvo que negarse a sí mismo para cumplir
con la voluntad de Dios.
¿Cuántas veces nos hemos enfrentado al desamparo? Todas las veces que nos
sentimos solos sin nadie que nos comprenda. Cuando sabemos que Dios está lejos
de nosotros porque vivimos en pecado. Quizá nos sentimos desamparados cuando
nos traicionamos al practicar aquello que prometimos no volver a hacer. Piense
en su soledad, en su sufrimiento, en su dolor, en su pecado. Traiga a su memoria
todas las veces que Satanás lo ha derrotado, todas las veces que Dios le ha
dado la espalda. Acuérdese de todo el daño que usted ha causado, de todo el
daño que Dios ha permitido que usted sufra. Acérquese a su desamparo.
Sólo desde ahí podrá dar un paso a la reconciliación con Dios. Enfrente su
desamparo cada día para estar más cerca de Dios. Reconozca que sin él no puede
existir. Venga hoy a ponerse en paz con él. Búsquelo mientras todavía tiene
oportunidad.
[3] “Mas yo soy gusano, y no
hombre; Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.” (Salmo 22:6).
[4] De acuerdo a Adam Clarke así como se traduce y se interpreta en
otros pasajes (Génesis 25:32; 32:29; Job 9:26).
[9] Mateo 27:34 Esta mezcla
se daba a los condenados para ayudarles a aliviar su sufrimiento por medio de
perturbar el intelecto de manera que perdieran la sensibilidad.
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