"Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos" -Mateo 23:8-

domingo, 8 de abril de 2018

LA ESPOSA DEL ANCIANO



Por lo regular hablamos de las cualidades bíblicas que el anciano debe tener. Pablo fue muy específico en las listas de 1 Timoteo 3:1-7 y Tito 1:5-9. Pero se habla poco acerca de las cualidades que debería tener la esposa de un anciano. Lo ideal es que su esposa sea una “mujer virtuosa” para que pueda ser una “ayuda idónea” en su trabajo como anciano.
Ahora bien, ella puede ser un reflejo de las cualidades del anciano. Si ella le respeta, entonces significa que hay un buen gobierno en la casa. Si los hijos son obedientes a su madre, entonces significa que ella contribuye a la educación espiritual en el hogar. Sin embargo, las actitudes de la esposa también pueden descalificar al anciano.
En este artículo vamos a analizar algunas actitudes de la esposa que pueden poner en duda las cualidades del anciano. ¿En verdad llena los requisitos si su esposa tiene malas actitudes? ¿Está realmente calificado para servir como anciano junto a una esposa que no ama a Dios? Analicemos algunas cualidades que la esposa del anciano debería tener.

No sigue la apariencia de este mundo
La palabra anciano está relacionada con la experiencia espiritual del cristiano que sirve en este oficio. Él debe ser un cristiano con madurez espiritual, no sólo física o mental. Esto es necesario porque los cristianos necesitan poner su confianza en alguien que ha superado las pruebas que ellos enfrentan (Hebreos 13:7). Alguien que ha sido atrapado por la apariencia de este mundo no muestra ninguna madurez espiritual (Efesios 2:2).
La corriente mundana incluye todo tipo de modas. Estamos hablando específicamente de las cosas que practican los mundanos. La forma de vestir de acuerdo a la moda en turno. Las redes sociales que mantienen a uno al tanto de lo que pasa entre las amistades. El lenguaje que adopta la sociedad para parecer distinguido o moderno. Un verdadero cristiano no pertenece a este mundo (Juan 17:14).
No me imagino a un anciano preocupado por estar a la moda. ¿Serán sus pies hermosos por traer un tenis Nike o por anunciar el evangelio? ¿Lucirá como un guerrero por traer una chaqueta del Capitán América o por llevar la coraza de justicia? ¿Convencerá a los que contradicen con palabras modernas o con el evangelio de Cristo? ¿Y qué pasa con su esposa?
¿No refleja ella la madurez espiritual de su marido? Ella puede vestirse muy elegante, pero influenciada por la moda mundana: ropa ajustada, transparente o lasciva. Su comportamiento puede ser un esfuerzo por encajar entre la moda juvenil. ¿Estas actitudes no demostrarían inmadurez? No solo refleja su propia inmadurez, sino también la de un marido que no es capaz de ver y corregir las deficiencias de su propio hogar.

No habla mal de su marido ni de sus hijos
El apóstol Pablo dice que es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera. Este requisito incluye a la iglesia y a la comunidad donde el anciano vive. Las personas a su alrededor deben tener un buen concepto de él. Deben poder apreciar a simple vista las otras cualidades que se piden: irreprensible, sobrio, prudente, decoroso. Si no tiene una buena reputación, las personas no darán crédito a su mensaje y el diablo lo atrapará.
El testimonio se construye con el tiempo. Las personas notarán si es un hombre honesto. Los vecinos conocerán sus entradas y salidas. Sus amistades verán si su vida es congruente con su predicación. En resumen, el testimonio del anciano requiere un largo trabajo personal. Pero también puede arruinarse con el más mínimo error (Eclesiastés 10:1).
La forma en que su esposa se expresa de él puede echar por los suelos el buen testimonio del anciano. Si ella misma da un mal testimonio acerca de él a la iglesia, entonces lo está descalificando como anciano. Si ella va de casa en casa llorando porque su marido no es detallista, ¿no pone en duda su decoro o caballerosidad? Si ella se queja de no recibir dinero para las compras, ¿no pone en duda su capacidad de gobernar un hogar? Si ella reniega del tiempo que pasa predicando lejos de casa, ¿no genera dudas acerca de la espiritualidad del hogar?
Algunas mujeres pasan mucho tiempo hablando lo que no deberían (1 Timoteo 5:13). No solo hablan mal del marido sino también de los hijos. Lloran porque sus hijos no la atienden como ella quiere. Piden que los varones intervengan porque sus hijos son rebeldes. Se quejan con otras mujeres porque sus hijos no le honran. Pero el testimonio que ella reporta de sus hijos ¿no demuestra que el anciano no está calificado? ¿No es la propia madre la que pone a sus hijos bajo acusación de rebeldía o disolución?

No es celosa
El trabajo espiritual requiere tanto tiempo como un empleo secular. A veces no estamos acostumbrados a verlo de esta manera, pero los hombres de Dios dedican gran parte de su tiempo a la iglesia. Requiere horas de estudio en casa, viajes a otras iglesias, visitas a hermanos en necesidad. Además, el anciano puede ser solicitado en horas fuera de lo común. Su labor como anciano lo mantendrá ocupado.
El anciano debe evitar poner en duda su integridad. Cuando tenga que visitar a una mujer que vive sola, se hará acompañar de su esposa o algún hermano. Tratará con respeto a todas las hermanas. Cuando salude, no buscará abrazar y besar a las hermanas. Él no quiere dar lugar a ningún malentendido.
Una esposa celosa dificultaría el trabajo del anciano. Varias preguntas maliciosas pueden pasar por su mente. ¿Por qué tarda tanto en el estudio? ¿Por qué cierta hermana se le acerca con tanta confianza? ¿Por qué es tan atento con la joven visitante? ¿Por qué se arregla tanto para la visita? Todas estas preguntas se convertirán en una carga pesada para el anciano.
Un anciano en esta situación va a descuidar el trabajo espiritual por la presión de agradar a su esposa (1 Corintos 7:32-33). Estará más preocupado por terminar rápido el estudio que por explicar bien el evangelio. Puede distanciarse de las almas necesitadas con tal de no enojar a su esposa. Quizá deje de visitar otras iglesia para que su esposa no esté mucho tiempo sola. Un anciano que no hace su trabajo no está calificado para desempeñar esta función.

No es infiel al su marido
La capacidad del anciano de gobernar una iglesia debe verse reflejado en su familia. Es uno de los requisitos más importantes, “pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” La iglesia es la familia de Dios, por eso el hombre que gobierna debe ser un líder admirado en su propio hogar.
Los miembros de la familia son la evidencia de la capacidad del anciano para dirigir un grupo de personas. Lejos de su presencia, sus hijos todavía deben respetar sus reglas, su esposa aún debe ser respetuosa con la autoridad de otros varones. Quizá la única ocasión donde su autoridad como cabeza del hogar queda limitada, es cuando los hijos inician su propio hogar. Así como su autoridad está limitada a la iglesia a la que es miembro, también está limitada a los miembros que viven bajo su techo. No puede gobernar dos iglesias, como tampoco gobernará dos hogares. Sin embargo su ejemplo puede ser proyectado en los hogares de sus hijos.
Pero, ¿qué pasa si su esposa le es infiel? Conforme a la enseñanza de Jesús, él es libre de volverse a casar (Mateo 19:9). Pero, ¿es inocente del pecado de su esposa? ¿Por qué le fue infiel si, en teoría, él es un caballero que gobierna con amor? ¿No es la clase de hombre que toda mujer desearía como esposo? ¿No se pone en duda su capacidad de gobernar el hogar?
Cuando la iglesia conozca el pecado de su esposa él debe abandonar el cargo. Si se divorcian, él ya no será marido de una mujer. Y si la perdona, ¿quién puede decir que no lo hace solo para mantener cierta reputación? La iglesia se puede preguntar, ¿qué hacía su mujer mientras él llevaba el evangelio a otras ciudades? ¿No estaba ella disfrutando del placer carnal mientras él alimentaba su alma y atesoraba en los cielos? Si le “pusieron los cuernos frente a sus narices”, ¿cómo puede ser capaz de velar por las almas de otros que no viven bajo su techo? ¿En verdad no se dio cuenta de la infidelidad, que era evidente para todos, o la encubrió para mantener su oficio, su salario o su reputación?

La esposa del anciano también tiene una gran responsabilidad para con Dios. Y ella también va a “dar cuenta” (Hebreos 13:17). Por esto, debemos reflexionar más en el papel que ellas desempeñan. Es necesario que en las iglesias haya más estudio de las cualidades que debe tener una esposa para ser una ayuda idónea. Las mujeres cristianas, casadas o solteras, deben tratar de vivir conforme al modelo que Dios desea para una mujer.
Las jóvenes cristianas que aún no se han casado deberían desear convertirse en la esposa de un anciano. Es decir, deberían desear que su futuro esposo sea un hombre espiritual que busca trabajar para el reino de nuestro Padre Celestial. Si los varones desean una “buena obra” al anhelar ser obispos, la mujeres también desean una buena obra al anhelar contribuir al trabajo de un obispo, de un predicador o de cualquier miembro que se esfuerza en servir al Señor.

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